Descifrando a Aldo Comas

Es el Lapo Elkann español: atractivo, emprendedor, extravagante, de buena familia... Lo mismo le monta la despedida de soltero a Pierre Casiraghi que saca disco con su banda, San Leon. Y todo lo hace bien. Palabra.

Aldo Comas y su grupo San Leon

Aldo, al frente de su grupo de música, San Leon, integrado también por el guitarrista Miquel Mestres y Andrés Pérez.

/ D.R.

Quedamos en el Cheese Bar para desayunar y aparece con Dante, su hijo de 6 meses. Él es así. Inesperado. Me pide que no cuente cómo es: quiere mantener la privacidad del pequeño y eso que cada día tiene que lidiar con un grupo de paparazzi en la puerta de casa. Es lo que tiene ser popular...

¿Madrid o Barcelona?

Madrid es una ciudad divertida, pero demasiado intensa para mí. Soy un poco de pueblo: no me quites ni el mar ni el Empordà. Me escapo allí cada fin de semana.

En Twitter te defines como paracaidista, cantante, realizador, admirador de Dalí... ¿Quién es realmente Aldo Comas?

Alguien muy afortunado que ha tenido la suerte de haber viajado desde pequeño, de haber probado varios coles (risas)... y con muchas inquietudes. De ahí las etiquetas.

¿Si tuvieras que quedarte solo con una?

Paracaidista. Salto cada semana, entreno con un equipo de vuelo artístico, tengo una marca de monos y he creado una empresa de túneles de viento (skydreamfactory.com), para construirlos por todo el mundo. Volar es muy espiritual. Se me podría acabar el dinero, que seguiría saltando y siendo feliz.

¿Y lo de cantar?

Es mi pasión, desde pequeño. Mi primer casete fue “Dangerous”, de Michael Jackson y me hice todos los festivales y obras del colegio (risas). A los veinte años saqué mi primer disco con El Guisante Mágico (2005).

Fundaste el grupo San Leon tres años después y tras mucha carretera y festivales, sacáis nuevo disco...

Compuse “Revolution” al piano. Aprendí a tocarlo por internet, con algunos acordes básicos y lo compuse con el Garage Band, una aplicación de Mac. Si tuviese más tiempo y medios, haría cosas más raras. Me gustan todos los géneros musicales, desde el flamenco al hip-hop, así que los mezclo. La clave está en no llevar batería: te ahorras espacio y malos rollos, porque son pesados.

Tu mujer, la actriz Macarena Gómez (“La que se avecina”), también ha colaborado, ¿no?

Bueno, hizo unos coros en directo, pero están muy difuminados. Intentamos que tocara los teclados, pero no hubo tiempo de que aprendiera bien... y hay que ser serios.

¿Y qué esperas de este disco?

Que se venda y que nos llamen para hacer directos y festivales... pero con los años aprendes a no esperar mucho y eres más feliz. No aspiro más que a seguir pasándomelo bien con la música. Yo he tocado en Nueva York y en Los Ángeles y sé que no me voy a forrar.

También eres realizador (Cilantro Films)...

Como estudié Comunicación Audiovisual, también hago cortos de vez en cuando. Pero no me atrevo a decir que soy realizador habiendo hecho solo tres videoclips o cantante con solo dos discos. Me siento mal.

También has tocado el diseño de moda...

Hace muchos años me puse a trabajar con uno de mis mejores amigos, Andrea Sabrier –íntimo de Casiraghi–, que lanzó la marca de camisetas Doodski. Le llevaba la comunicación e íbamos a las grandes ferias de Milán y París... Bueno, íbamos a las fiestas y nos dejábamos ver (risas). Y ahora me he animado a lanzar mi propia marca de monos de vuelo (giconi.es). En un mes presentaré una línea más urbana, de yoga pants, camisetas, gorras y habrá una nueva colaboración con Doodski.

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